En los 300 años de historia de Montevideo encontraremos las huellas, aquí y allá, del trabajo de sus habitantes. Marcas y tradiciones que condensan la rica y heterogénea memoria de sus protagonistas. El mundo del trabajo, las subjetividades que forjó, y su impacto en la identidad personal y colectiva han sido en la historia de esta ciudad una línea de continuidad ineludible. Montevideo acumula una enorme y rica tradición de organizaciones obreras de todas las tiendas políticas e ideológicas, que en diferentes momentos y contextos abogaron por mejorar las condiciones de vida y pensar diferentes futuros posibles para esta comunidad política.
El movimiento obrero surgió en nuestra ciudad en el último tercio del siglo XIX. Se inició así un proceso, nada lineal, en donde luego del surgimiento y extinción de diversas federaciones y centrales sindicales, se creó en 1964 la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), espacio de articulación que consolidó el largo camino hacia la unidad del movimiento obrero.
El desarrollo industrial que podemos trazar sobre todo Montevideo, se da la mano con barrios enteros que se construyeron bajo su impulso y al ritmo implacable de los cambios. Frigoríficos, textiles, curtiembre; importantes industrias como la refinería de Ancap, la empresa de neumáticos Funsa, o los talleres ferroviarios del barrio Peñarol sirvieron como elementos aglutinadores de la organización obrera y como nudos de identidad local y barrial.
Ante el golpe de estado de 1973, el movimiento sindical respondió con la histórica huelga general: la ocupación de los lugares de trabajo a lo largo y ancho de toda la ciudad fue inmediata, como lo fue también la persecución que iniciaron las Fuerzas Armadas.
Hacia fines del régimen autoritario, el 1º de mayo de 1984, el movimiento sintetizó la unión entre el PIT (Plenario Intersindical de Trabajadores) creado años antes, durante la lucha contra la dictadura y la CNT, bajo la consigna «Un solo movimiento sindical». Marcando un camino de renovación y continuidad De esta forma, las calles, las esquinas, las plazas, los establecimientos industriales, las fábricas y los talleres de esta ciudad fueron el escenario de uno de los movimientos más significativos —por el alcance de sus reivindicaciones— de todo nuestro país.